Ángel

Que fácil era vivir entre cuatro paredes blancas. Lo tenía todo hecho, la vida fuera de allí no significaba nada para mi. Desde que nací ese había sido el único hogar que había conocido, el único en que según ellos decían yo podía vivir. Nadie me quería explica por que no podía salir de allí pero hasta hace poco tampoco me había importado. Todo fue normal hasta que casi a punto de cumplir los 16 años vi la puerta abierta y decidí salir en busca de una explicación. ¿Quien me iba a decir a mi que nada más abrir esa puerta y poner un pie fuera de aquellas cuatro paredes blancas me iban a matar?

Per sempre?

“Adéu amic.”

Aquelles van ser les últimes paraules que la petita maga em va dir abans de marxar per sempre. Després de setze anys al seu costat va vindre a ma casa a anunciar-me la seua partida a l'escola de màgia, però no van caldre paraules. Quan aquesta va entrar amb el cabell arreplegat amb una trena i el vestit de l'escola de màgia, una llàgrima va aparèixer als meus ulls i va caure per la meua galta fins arribar al penjoll que aquesta m'havia regalat anys enrere. Sabia perfectament que allò era un acomiadament, ens vam abraçar fortament i va marxar. Petrificat la vaig veure allunyar-se i em vaig fer la petita promesa de tornar a veure-la.

Mesos més tard em van dir que no es pot visitar a les magues, que mai més anava a tornar i que m'havia d'oblidar d'ella. Vaig guardar el penjoll a un calaix i vaig continuar la meua vida tal i com em van dir, com si aquesta mai hagués existit. Així va ser fins que vaig rebre una carta que venia de Mathilanss, la terra de les bruixes. Aquest tipus de cartes no arriben per correu, simplement apareixen al teu costat i quan aquesta va arribar el meu esglai va ser tan gran que vaig caure a terra. La carta va volar fins la meua mà i es va obrir suaument deixant-me llegir el seu contingut.


                                      “Vlies necessite la teua ajuda, es urgent. R.A”


Era d'ella, estava clar, era la seua lletra i les seues inicials. Però a mi m'havien dit que estava prohibit enviar cartes a les magues i també que aquestes ens les enviaren a nosaltres. De sobte la carta va desaparèixer deixant un penjoll on aquesta es trobava. Era el meu penjoll, el que m'havia regalat ella, però darrere hi havia escrit unes paraules. Em vaig quedar mirant-les durant uns segons fins que em vaig alçar, vaig agafar les meues coses i em vaig disposar a fer tot el necessari per a trobar-la.



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La voz del silencio

Secándome aún las lágrimas de la muerte de mi hermana he decidido luchar por aquellas que como ella tienen miedo de decir la verdad. Maquillan sus heridas y se esconden en mentiras temiendo a sus maridos, no ven la realidad en la que se encuentran y muchas veces es demasiado tarde para ellas. Voy a luchar por todas las muertes, las heridas y las mentiras que muchas veces nadie hace caso. Voy a ser la voz de las mujeres a las que sus maridos callan.

Protestas, quejas, gritos y denuncias, pocas me escuchan pero nadie hace nada. No son valientes, siguen temiendo. Los desgraciados de los maridos siguen en la calle y sus mujeres encerradas en casa, calladas.

Somos muchas personas las que esperamos justicia en estos casos, pero sin ayuda de la sociedad esta no llega. Las mujeres necesitan algún empujón que les haga ver que no están solas, tienen que darse cuenta ¿Pero como lo van a hacer si la gente no ayuda? Necesitan alguna señal, una noticia que vaya por todos los rincones del mundo, que se den cuenta de que hay alguien ahí, a su lado.

Hoy, 8 de marzo de 2001, se anuncia la muerte de una luchador que al ver que nadie hacia caso de la situación en la que se encuentran las mujeres, decide que su muerte ha de dar la vuelta al mundo. En plena calle las llamas rodean mi cuerpo que se haya sentado delante de los juzgados, en la pared se puede leer en rojo vivo mi mensaje “HOY MUERO YO PARA QUE MAÑANA PUEDAN SALVARSE ELLAS” me despido de este mundo que con la persona a la que más quería no se ha comportado bien.

Él

Desde que me casé con aquel chico del cuál llevaba enamorada tantos años no he vuelto a vivir feliz. Por las noches me cuesta dormir ya que las heridas no me lo permiten y por los días tengo prohibido salir de casa.
Ayer cuando intenté salir buscando ayuda él me vio y me empujó escaleras abajo. Ahora estoy en el hospital dentro de una mentira que dice que tropecé.
Con todas mis fuerzas giro por última vez la cabeza y abro los ojos para observar por última vez el rostro de aquel que me llevó de la mano al infierno. Mis fuerzas finalmente se agotan y muero sabiendo que aquí acaba mi dolor y empieza el suyo.

Muerte.

No recuerdo nada pero me duele hasta el último hueso del cuerpo. Abro los ojos. Confusión.